Nada en su biografía es de campanillas ni tiene un reconocido prestigio más allá de quien lo conoce. Pero Paco es un luchador, primero por nacer en su generación, esa de la posguerra que, dependiendo de nuestra edad, es la de nuestros padres o abuelos. Esa generación que supo lo que es el hambre y la necesidad, esa que se dejó la piel por levantar un país que ni siquiera les dejaba opinar. Una generación que, con un puñado de alicantinos como él, plantó cara a muchas arbitrariedades no sin coste personal.

Paco dedicó su vida laboral a sus compañeros de Hidroeléctrica, primero como currante y luego como currante sindicalista y fue un luchador con mucho sentido común, creo que un buen sindicalista debe defender a sus compañeros y, además, comprender a la empresa en su justa medida. Jugó en el Hércules, lo cual lo define como luchador también. En familia siempre es un luchador por sus tres hijos Elena, Javi y Ana y ahora por sus seis nietos, siempre con su compañera Carmen. En Benalúa un luchador por su barrio, por su entorno, siempre. Fue autor y diseñador de hogueras experimentales súper chulas, esas cosas que se hicieron en las hogueras que nos diferenciaban y distinguían antes de la estandarización actual y que algún preclaro prócer se cargó por el artículo 33.

Ahora, ya dejó de luchar en la planta 8 del General, donde lo han tratado perfectamente en justo reconocimiento.Tu nieto mayor, Guille, te escribe esto para ti y expresa, mejor que yo, lo que sentimos todos ahora: «Escribo esto por ti, abuelito, gracias por contarme las historias más emocionantes e increíbles que voy a escuchar y a recordar, y por todas esas lecciones de vida que me has dado, por todas esas charlas después de comer, gracias por cuidarme siempre, gracias por ser como eres, por eso, como me has demostrado siempre, no te rindas nunca aunque cueste, aunque todo sea una mierda, lucha por nosotros pero sobre todo por ti, porque aún me queda mucho que aprender de ti, te quiero abuelito». Ni mil palabras más.

Fuente: Periodico Informacion